Diario de una fallera IV

Estoy reventada, y eso que hoy se podría decir que ha sido un día tranquilo. Teníamos pensado ir a ver fallas esta mañana, pero al final nos hemos ido de pediatra, no es que sea muy típico de fallas, pero he llamado por la mañana pensando que me darían cita para después de fiestas y me han sorprendido preguntándome que cuánto me cuesta llegar. Normalmente, en coche veinte minutos, pero teniendo en cuenta que media Valencia está cerrada por las fallas y la otra media colapsada con los desfiles, no tenía ni idea de lo que me costaría llegar. A la vuelta nos hemos parado en la falla que ha ganado el primer premio a la falla infantil y que le han indultado el ninot infantil y el ninot grande. Los ninots indultats son los únicos que se salvan de ser quemados el último día de fallas, y se llevan al museo fallero. Aunque luego, cada fallera mayor y cada presidente de cada falla, indulta sus propios ninots y se los lleva a su casa. Mi hermana tiene un morito precioso que indultó cuando fue fallera mayor infantil. Dejo una muestra de los dos ninots que se salvan este año de la cremà.

La falla pequeña es preciosa, además el tema principal es la voz, y en cada ninot se representa un estilo musical: rock, los tunos, pop, flamenco, ópera, charleston, gregoriano, blues, heavy, country, albaes (canto típico valenciano)...
La falla grande no ha ganado, pero era muy divertida también. Los abuelos con el montón de nietos por todas partes.

Por la tarde era la cabalgata de disfraces. Los peques se han disfrazado de la familia de Los Increíbles, eso sí, como no se ponían de acuerdo para decidir quién era quién, al final les hemos dicho que cada uno puede elegir el superpoder que quiera. Mi hijo mayor ha terminado la fiesta con cinco superpoderes: fuego, metal... y ya no me he enterado de más porque había que coger caramelos y la banda de música sonaba muuuuy fuerte.
Cuando le estaba limpiando la cabeza de serpentina se gira muy enfadado y me dice:
- Mamá, no me quites a las personas que se han quedado atrapadas en los tentáculos de mi cabeza.
- Ah, hijo perdona, pensaba que sólo era serpentina en tu pelo...
He tenido que ir a buscar más serpentina y volver a llenarle el pelo de personas atrapadas... y él más feliz que unas castañuelas.
Sólo quedan dos días, pero son los más intensos.